Mantener una apariencia, no ser del todo sinceros con uno mismo, eso es no ser autentico.
La energía que se gasta en ocultar la verdad no se puede utilizar en vivir tu vida y menos en ser feliz.
Ese desgaste de energía nos lleva a la insatisfacción, al malestar crónico.
El cuerpo lo registra y nos enfermamos porque mantener la salud es muy difícil cuando vivimos sin autenticidad.
El alma se sana cuando vamos abandonando las poses ficticias.
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